lunes, 4 de febrero de 2008

Enfermos de falta de esperanza

Diario de Yucatán
MÉRIDA - Ciudadanos - Comunidades. 2/20/2007

Enfermos de falta de esperanza
Por Margarita Robleda Moguel


La Primera Columna del pasado 11 de febrero me “partió el alma”, dirían en mi pueblo. Una cosa es sufrir con las noticias de todos aquellos que viven en condiciones que no tendrían que padecer, si realmente nos guiáramos por los Derechos Internacionales de los Niños y la Niñas, y otra leer que situaciones, como las que narra el artículo, están sucediendo en casa: el sur y el norte se unen, no existen diferencias.¿Qué nos están diciendo estos jóvenes? Igual me pregunto cuando veo una pared de grafitos ¿cuál es el mensaje de quien lo escribió? ¿Qué quiere decir? Quizás... ¡Me siento solo! ¿Alguien sabe por dónde? ¡Me está llevando la “chipiriflais”! Así, frente los hechos, sólo me queda pensar que esos jóvenes lanzan un grito desgarrador que nosotros, los adultos, los que se supone sabemos, debemos descifrar.Lo primero que viene a mi mente es que a estos muchachos “les vale”. No importa si los ven a plena luz del día encima de un capirote, si los reconocen, que se enteren sus papás. ¿Cuál es el grado de dolor al que llega una persona para decidir: me vale lo que piensen, lo que digan, me vale todo, mi comunidad, mi familia: yo? ¿Es acaso una nota previa a la del suicidio? Veo una absoluta falta de esperanza. Vivimos en una sociedad que nos ha impuesto metas inalcanzables para la mayoría de los habitantes de este planeta. Por doquier nos atropellan con que hay que ser rico, exitoso y flaco. No hay alternativas. Para ser rico no importa destruir el medio ambiente y abusar de los semejantes; para ser flaco, nuestras niñas y niños mueren de anorexia o en manos de mercachifles que ofrecen menús de cierres y de quita y pon; para el éxito, la meta es alcanzar “aunque sean” cinco minutos de fama y si no lo puedo lograr por mis méritos, porque “¡ay qué flojera esforzarme por algo!”, por lo menos en un “reality show” a la vista de todos y en una de esas hasta me premian y hacen reina del carnaval.Nuestros jóvenes están enfermos de falta de esperanza. ¿Para qué estudiar si van a heredar o de todas maneras lo que ganen no les va a alcanzar? A unos los veo deambular por los centros comerciales acumulando enojo de ver lo que no pueden comprar; a otros, hartos porque lo comprado no llena el agujero del alma.Unos coleccionan celulares, otros hacen trácala y media para tener el de más botoncitos; y claro, que sirva de algo, que me saque del anonimato, aunque sea mostrando mis rincones secretos. ¡Dejar huella patente de mi paso por este mundo! ¡Cuánto dolor! Quieren vivir la vida lo más rápido posible porque no hay un mañana. Y es que los adultos no hemos sabido compartirles la esperanza de un futuro más justo, más alegre y feliz. Desde niños han escuchado que el mundo es una porquería. Nuestra vocación a la queja constante, como si compitiéramos por la “Presidencia vitalicia del sufridor más sufrido”, enferma a nuestros pequeños. Cada vez que decimos a los hijos: ¡Eres terrible!, lo programamos para serlo. ¿Qué tal si en lugar de buscar culpables remendamos la esperanza y comenzamos por algo? Autoridades y candidatos: urgen espacios deportivos y culturales. Las pandillas se juntan por el gusto de hacerlo, démosles algo que hacer: “El ocio es la madre de todos los vicios” sigue estando vigente. Más presupuesto a educación y cultura dentro y fuera de las escuelas: libros, teatro, danza, música, deportes, ajedrez, satisfactores que redundaran en menos notas de despedida, pistolas antimotines y segundos pisos en las cárceles, que si no hacemos algo, pronto habrá en cada esquina.Noche familiar: apagar la televisión y encender a la familia: una vez al mes, a la semana. Hoy toca noche de cuentos, de canciones, ¡de bailar rock and roll! ¡De platicar! En lugar de quejarnos, hagamos aeróbics mentales para encontrar las ventajas que en todo hay... el que busca encuentra. No todo está perdido. Siempre hemos vivido en crisis y salimos adelante, ¿no podremos hacerlo ahora? ¡Me canso! dirían en mi pueblo y tienen razón.Sociedad: constructores, tomen en cuenta espacios recreativos, más árboles, más verdes.Medios: reconozcan más el esfuerzo de las personas para lograr sus metas, la participación en beneficio de la comunidad.Empresarios: visión social, global y a largo plazo: ahorrar en empleados se traduce en menos consumidores, en conflictos sociales.Comerciantes: mayor sensibilidad y compromiso en el uso de la mercadotecnia. Honestidad en las bondades del producto sería muy apreciada.Sociedad: que cada quien desde su espacio promueva la justicia, el respeto y la solidaridad. Que nuestros hijos nos vean participando por la comunidad, construyendo un mañana.Todos: paremos las orejas, descifremos los mensajes: ¡aún estamos a tiempo!— Santa Gertrudis Copó, Yucatán.
margarita_robleda@yahoo.com

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